Yo siempre tengo la razón…
¡Pues va a ser que no!
¿Te has dado cuenta de la cantidad de energía que se gasta queriendo tener siempre la razón?
Discutir, explicar, defender tu punto…
Y al final: ni te escuchan, ni cambia nada…
Solo tú, agotado. La cantidad de energía que utilizas solo intentando dar tu punto de vista como una verdad absoluta, la cual nunca podrás convencer a otros de la forma en la que sientes, piensas o actúas.
Te propongo, ¿Y si dejaras de convencer y empezaras a comprender?
¿Qué pasaría si aceptaras que hay muchas formas de ver el mundo……y que nadie tiene “la verdad absoluta”?
Respetar tu punto de vista no implica invalidar el del otro y viceversa.
Eso también es maestría:
dejar de tener razón…para empezar a tener presencia.
Pruébalo. Y luego…me cuentas
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